Al posesionarse Melchor Pinto Parada como Presidente del Comité Pro Santa Cruz, en agosto de 1958, anunció que su misión sería la lucha no partidista por las regalías petroleras. El gobierno del Presidente Siles Zuazo hacía campaña en el resto del país señalando que esa exigencia se fundaba en “el egoísmo camba”, buscando aislar a Santa Cruz. Pero el reclamo unía a todos los cruceños y al negárseles ese derecho, instituido por el Presidente Germán Busch en 1938, se liberaron sentimientos regionalistas.
Mario R. Gutiérrez solicitó a Únzaga el respaldo falangista para un levantamiento cruceño enlazado a una rebelión general. Oscar Únzaga, exiliado en Río de Janeiro, sabía que la efervescencia oriental era imparable. Pero un alzamiento estrictamente regionalista, podría desembocar en una guerra civil con intervención externa. Pero si FSB asumía la conducción, sólo cambiaría el gobierno garantizando la unidad nacional, otorgando las regalías que exigía Santa Cruz y otras concesiones impostergables.
Únzaga envió a Santa Cruz un delegado personal, Juan José Loría Leyes, quien transmitió el acuerdo de la jefatura nacional falangista para que, “una vez derrocado Siles Zuazo, Mario R. Gutiérrez asuma la Presidencia Provisoria de la República”. Tal interinato reconciliaría y fusionaría fuertemente a Santa Cruz con Bolivia.
Únzaga ingresó a Bolivia desde Brasil con la cobertura de Luis Mayser, a través de su estancia en la frontera brasileña y ya en la capital oriental se reunió con el subjefe falangista y más tarde con el líder cívico Melchor Pinto, accediendo a postergar la rebelión falangista si acaso el gobierno concedía las regalías.
En octubre, el Comité y la Unión Juvenil convocaron a un cabildo abierto. El gobierno decretó Estado de Sitio, denunciando que los cruceños pretendían proclamar el sistema federal. Se presagiaban momentos difíciles. En un acto de valor personal, el Presidente Siles llegó a Santa Cruz y se hizo presente en el cabildo. El Dr. Melchor Pinto tomó el micrófono para afirmar que Santa Cruz era un pueblo de paz, que el Comité había recogido la voz de ese pueblo que pedía solución a sus problemas apremiantes y pidió un aplauso para el Presidente Siles. La respuesta fue una silbatina multitudinaria. Siles se retiró y sólo entonces se dio cuenta de la gravedad de la situación.
Hasta ese momento el oficialismo se había obstinado en rechazar la posibilidad de entregar regalías con el argumento de que el gobierno podía administrar mejor los recursos generados por el petróleo. Pero Santa Cruz quería articular su propio destino y el jefe de FSB apoyaba ese anhelo. El Presidente Siles aceptó recibir a una comisión constituida por el Director de EL DEBER, Lucas Saucedo; la Presidenta de la Unión Cruceñista Femenina, Elffy Albrecht; el intelectual Humberto Vásquez Machicado y el representante de la Unión Juvenil Cruceñista, Carlos Valverde, quienes arribaron a La Paz en noviembre. La negociación bajó los ánimos y el gobierno dejó sin efecto el Estado de Sitio, conciliando una propuesta que Santa Cruz aceptó: regalías del 11% de la producción de YPFB en beneficio de los departamentos productores, aplicable sobre la producción directa de YPFB y sobre la producción de cualquier compañía que tuviera contrato de operación en Bolivia. El pueblo cruceño celebró la noticia, lo mismo que Oscar Únzaga, actor entre sombras de aquellos sucesos.