El libro es un relato histórico que devela misterios del drama de 1959. Este es el caso del escritor boliviano Ricardo Sanjinés Ávila, quien se presenta como periodista y sostiene que “morirá en esa condición”.
La historia política de Bolivia, donde cada uno de sus pasajes se convierten en momentos de drama o de circunstancias violentas sin el mínimo arrepentimiento ni prudencia humana, podría ser esencia natural de múltiples relatos heroicos muy intensos por sus facetas diversas y descripciones inexplicables llenas de congoja e insatisfacciones personales que terminan sólo como un recuerdo más, en la indolencia y las sarcásticas risas de salón, que rememoran, como dijo el Dr. Víctor Paz Estenssoro: “En Bolivia todo pasa y nada pasa”.
Este es el caso del escritor boliviano Ricardo Sanjinés Ávila, quien se presenta como periodista y sostiene que “morirá en esa condición”.
Durante los dos últimos años dedicó sus conocimientos, la base de su profesión y el bagaje de la experiencia a la investigación periodística para recoger toda la información y escudriñar entre los misterios, la vida política que vivió Bolivia en ese dramático momento de la vigencia revolucionaria del MNR y sus férreos contendores en la oposición, aquellos personajes que se convirtieron en víctimas de la indolencia humana, los jóvenes de la Falange Socialista Boliviana, acribillados en 1959, en el cuartel Sucre.
Sanjinés, como periodista de EL DIARIO, convivió con la historia y sintió el pánico que sentían los combatientes en las calles de La Paz, de tantos hechos que sólo arrojaban muertos por decenas y entre lágrimas póstumas de los dolientes: conoció el rigor del dolor de los pobres. Es el carácter de la obra, reflejar la historia del líder falangista, Óscar Únzaga, describiendo el retrato de una generación que quiso redimir las desventuras de Bolivia, desde los avatares del Litoral, pasando por la Guerra del Acre y las calientes jornadas del Chaco.
Su presencia en la Televisión Boliviana, en medio de pantallas, escenarios ficticios y cámaras, reflexionó impulsado por las imágenes de lo mismo. Sintió una incontrolable fascinación por conocer más de la Historia de Bolivia, tal como se presenta en momentos difíciles, los entretelones del Push Nazi y la muerte de Gualberto Villarroel, la guerra civil y la revolución nacional, con un sistema democrático bajo fuego que termina en el actual momento que es materia de otra obra.
La noche del 19 de abril de 1959, después de una jornada revolucionaria con un centenar de muertos desparramados en las calles de La Paz, según el relato, el cuerpo sin vida del jefe del alzamiento armado, Óscar Únzaga de la Vega, yacía en una camilla del Hospital General. La autopsia estableció que cometió suicidio, pese a que tenía la cabeza destrozada por dos impactos de bala, como si se hubiese disparado en las sienes a la vez, con ambas manos.
Lo inexplicable y, por lo visto, no se dilucidó nunca, fue que el finado conservaba el resto de un cigarrillo, supuestamente encendido en el momento de su muerte, entre los dedos índice y medio de la extremidad derecha.
El rumor de un asesinato político mortificó al presidente Hernán Siles Zuazo, jaqueado por una aguda crisis económica, una COB enguerrillada, la lucha interna en el MNR entre las facciones de Paz Estenssoro y Guevara Arze y la actividad subversiva de FSB liderada por Únzaga, a quien seguían ciegamente los universitarios, estudiantes de secundaria y profesores, siendo a su vez sometidos a una brutal persecución de milicianos y del Control Político.
El libro de Sanjinés Ávila devela, por primera vez, muchos aspectos desconocidos de la vida nacional. Rompe con el molde de la historia oficial, intentando enfocar la verdad más allá del ditirambo de los revolucionarios de entonces y la áspera impugnación de quienes padecieron los excesos revolucionarios. De 800 páginas, en dos volúmenes, es una obra muy ágil y apasionante relato respaldado por fotografías inéditas: Únzaga, la Voz de los Inocentes.