En la historia de América Latina, la integración entre ideas filosóficas y acción política ha dado lugar a personajes que, más allá de sus contextos locales, representan una síntesis profunda de pensamiento y compromiso. Uno de estos personajes es Únzaga de la Vega, cuya vida y obra están profundamente influenciadas por las corrientes filosóficas de Santo Tomás de Aquino y Jacques Maritain. Pero, ¿cómo estas ideas llegaron a moldear su visión y qué huella dejaron en la política latinoamericana? A continuación, te invito a explorar este fascinante vínculo que trasciende los libros y se convierte en un ejemplo vivo de filosofía en acción.
La raíz filosófica: Santo Tomás de Aquino y la síntesis entre fe y razón
Santo Tomás de Aquino (1225-1274) es uno de los pilares de la filosofía cristiana y la escolástica. Su pensamiento propone una visión integral del ser humano, donde la razón y la fe no están en conflicto, sino que se complementan. Para Tomás, la ley natural y la justicia son principios universales derivados de la razón divina, y la política debe estar alineada con estos valores para promover el bien común.
Únzaga, criado en un entorno católico, encontró en la filosofía de Santo Tomás un marco para entender la política como un servicio a la justicia y a la promoción del bien común. La idea de que el Estado debe promover la virtud y la justicia resonaba con su visión de un liderazgo moral y ético, que debía guiarse por principios universales y no por intereses particulares.
Jacques Maritain: modernización y apertura al diálogo
Avanzando en el tiempo, Jacques Maritain (1882-1973) emergió como una figura clave en la renovación de la filosofía cristiana en el siglo XX. Maritain abogaba por una filosofía humanista basada en la dignidad intrínseca del ser humano, la libertad y la participación activa en la vida social y política. Para él, la política debía estar fundamentada en valores universales, pero también en la realidad concreta del individuo y la comunidad.
Maritain introdujo conceptos como la «participación» y la «acción creativa», que resaltan la importancia del compromiso activo en la transformación social, sin perder de vista la dimensión ética y espiritual. Su pensamiento alentaba a los políticos y líderes a actuar con responsabilidad, integrando la justicia social y el respeto por la dignidad humana.
De la filosofía a la política: Únzaga como puente
La influencia de estas corrientes filosóficas en Únzaga de la Vega no fue solo teórica; se tradujo en su praxis política. En 1938, en Santiago de Chile, fundó la Falange Socialista Boliviana (FSB), un partido que buscaba armonizar la justicia social con los valores cristianos, inspirado en los postulados de Santo Tomás y Maritain. La FSB no era simplemente un movimiento ideológico, sino una expresión de una visión filosófica concreta: un liderazgo que combina la ética, la justicia y la participación activa en la transformación social.
Únzaga entendía que la política debía estar en sintonía con la moral y la razón, y que los líderes tenían la responsabilidad de promover un orden social que respetara la dignidad humana. En su discurso y acciones, se percibe claramente esa influencia: una búsqueda de justicia que trasciende intereses particulares y se fundamenta en principios universales, pero aplicados con sensibilidad a la realidad latinoamericana.
El legado en América Latina: Filosofía en acción
Aunque las ideas de Santo Tomás y Maritain fueron desarrolladas en contextos diferentes, su impacto en la pensamiento latinoamericano y en personajes como Únzaga es profundo. Inspiraron un enfoque de la política como un acto ético, donde la participación y el compromiso son esenciales para construir sociedades más justas y humanas.
En países como Bolivia, donde las desigualdades y los desafíos sociales aún persisten, la visión de Únzaga y su inspiración filosófica ofrecen un ejemplo de cómo las ideas pueden traducirse en acciones concretas, en un camino que combina justicia, ética y participación activa.
La historia de Únzaga de la Vega, enriquecida por las ideas de Santo Tomás y Jacques Maritain, nos recuerda que la filosofía no es solo teoría, sino un faro que ilumina el camino de la acción política. La unión de fe, razón y compromiso puede dar frutos en la construcción de sociedades más humanas y justas, una lección que sigue vigente en América Latina y en el mundo.
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